lunes, 11 de enero de 2010

América Latina celebra los 200 años de su independencia sin proyecto común y en medio de querellas y divisiones

América Latina celebra los 200 años de su independencia sin proyecto común y en medio de querellas y divisiones

En el continente se oyen más críticas al presente que elogios al pasado No hay ilusión por celebrar que hace dos siglos empezó la lucha por la independencia "Se dilapidarán millones de euros en un espectáculo a lo Hollywood"


Joaquim Ibarz México. Corresponsal 11/01/2010 Actualizada a las 00:32h Internacional
América Latina ha iniciado, no sin polémica, la celebración de los 200 años de los primeros gritos de independencia de España. Según el discurso oficial, la efemérides de la gesta libertaria sería una inmejorable oportunidad para cimentar la identidad del continente y unir a cada país.

La invasión francesa fue el detonante

Tras la invasión de la península ibérica en 1808 por las tropas de Napoleón y la abdicación de Fernando VII, los virreinatos españoles y capitanías generales crearon Juntas de Gobierno, que asumieron el mando mientras el Rey volvía al poder. Luego se rebelarían contra la Corona.

En el recuento de los actos insurreccionales constan, entre otros, el 19 de abril de 1810, cuando en Caracas los criollos rechazaron a las autoridades españolas; el incidente del Florero de Llorente (20 de julio de 1810) en Santa Fe de Bogotá, originó el proceso de independencia en el virreinato de la Nueva Granada; el Grito de Dolores que el cura Miguel Hidalgo dio en México el 16 de septiembre de 1810 y la Junta de Gobierno creada en la Capitanía General de Chile el 18 de septiembre de 1810 culminaron en uno de los procesos más determinantes de la historia occidental.

Las múltiples insurgencias, con comunes identidades ideológicas e históricas, fueron enfrentadas con unas tropas españolas sin recursos humanos y materiales y, a menudo, sin moral; la lucha seguiría hasta su culminación por los ejércitos continentales que, al mando de Simón Bolívar y de José de San Martín, derrotaron en las cumbres andinas a las debilitadas fuerzas hispanas, consolidando así la independencia de las Américas.

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2010 debía ser un año de reverencia histórica e integración americana pero se presenta en estado de fragmentación y ruptura. El Bicentenario se inició con dispersión, polémica y sin convocatoria que unifique y coordine esfuerzos.

Nadie parece ansioso de celebrar que hace 200 años empezó la lucha por la Independencia y que hace cien echó sus primeros tiros la Revolución Mexicana. Se oyen más críticas al presente que elogios al pasado.

El escritor Carlos Monsiváis destaca que la celebración del Bicentenario, con alegorías pirotécnicas en honor de los héroes nacionales, consistirá "en inauguraciones, discursos en pro de la identidad nacional, congresos para revisar mitos y lugares comunes, listones recién cortados como flores del autoengaño, y millones de euros dilapidados en un espectáculo a lo Hollywood".

Según el historiador mexicano Lorenzo Meyer, "hay división y ausencia de un proyecto común; nuestro país está dividido en izquierda y derecha, con visiones distintas de qué es independencia; son distintos los motivos, los proyectos, los valores, cómo hacerle para celebrar algo así". "México no es un país que tenga una idea clara de a dónde va", recalca Meyer.

Pese a la retórica de los gobernantes, el Bicentenario llega con los pueblos iberoamericanos más desunidos que nunca. El golpe de Honduras contra Manuel Zelaya profundizó el cisma. La crispación y la desconfianza priman no sólo entre naciones vecinas, sino dentro de cada país.

Jorge Elías, analista del diario argentino La Nación, señala que la hermandad latinoamericana "es más creíble en la voz de Mercedes Sosa que en la coherencia de sus gobiernos, no suelda políticas comunes; amontona voluntades esporádicas". "En vísperas del Bicentenario, América Latina no está unida ni dominada, sino zurcida a garrotazos", subraya Elías.

La guerra del Pacífico (1879-1883) profundizó las divisiones entre Chile, Perú y Bolivia que el paso del tiempo no cicatriza. Bolivia reclama a Chile la salida al mar, mientras Chile y Perú, con denuncias de espionaje de por medio, litigan en la Corte Internacional de Justicia de La Haya por la demarcación de la frontera marítima. En el alto tribunal también dirimen diferencias Argentina y Uruguay; Nicaragua litiga con Colombia, y Quito con Bogotá.

El escenario de división viene de atrás. América aparece partida: de un lado, gobiernos conservadores afines a Washington, como Colombia y Perú; del otro, la izquierda autoritaria y populista de Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Fernando Lugo; entre ambos, una socialdemocracia a la europea, con Lula da Silva y Bachelet como estandartes. Es probable que Chile, Perú, Colombia, Panamá y México acaben constituyendo un eje del Pacífico de países moderados. Frente a ellos estaría la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), una alianza ideológica creada y financiada por Chávez. El pacto militar de Colombia con el Pentágono para la utilización de siete bases profundizó la división y aisló a Álvaro Uribe. ¿Cuánto hay de verdad o de retórica para el consumo interno en la advertencia de Hugo Chávez sobre que "vientos de guerra empiezan a soplar en América Latina"?

Las rencillas entre naciones tienen componentes personales. Evo Morales tacha al presidente peruano Alan García de muy gordo y poco antiimperialista. Insultos de Chávez contra Uribe son impublicables. García responde en forma desabrida a Morales, de quien dice que es un peón de Chávez. Según Jorge Elías, "las secuelas de la Guerra del Pacífico brotan en improperios contra Chile, país al que García califica de republiqueta que se siente envidiosa".

Aunque ideológicamente son polos opuestos, a Uribe y Chávez les une su delirio caudillista por perpetuarse en el poder, arrasando con las instituciones y la decencia democrática. Uno y otro cambian la Constitución a su antojo para seguir en la presidencia.

Lo sucedido en Bolivia es un mal presagio. En Sucre, capital política del país andino, el bicentenario de lo que se dice que fue el primer movimiento independentista latinoamericano se celebró hace una semana con total división. Las autoridades regionales y el presidente Evo Morales convocaron actos por separado, debido a desencuentros entre el Gobierno central y las provincias.